martes, 11 de febrero de 2014

Interesante artículo sobre el vino con moderación y el deporte...


Hoy os dejo con este interesante artículo sobre el vino, salud y el deporte (con moderación). ¡Espero que os guste!

Vino, salud y deporte: en la buena onda.


Histórica, cultural y tradicionalmente el vino se ha insertado en nuestras raíces mediterráneas. No hay referencia de texto clásico, donde el cultivo de la vid y el  consumo de vino, no encuentre plena justificación; incluso, desde alardes puramente religiosas, en los textos milenarios del Antiguo y Nuevo Testamento, el vino ha sido agente protagonista como vehículo espiritual en las comunidades judeocristianas. Su evidente presencia en la Antigua Roma le aseguro un lugar privilegiado en el imaginario colectivo de occidente, y hoy, todo el conjunto del planeta, sabedor de las virtudes de la Dieta Mediterránea en las condiciones vida saludables, añade a este elixir de la tierra como uno de sus ingredientes más alimenticios. Porque, en efecto, el vino no puede sino concebirse como un invitado más, comensal indispensable y potenciador de las suculentas propuestas culinarias.


Consumido en cantidades moderadas aporta múltiples beneficios para el organismo. La OMS recomienda no superar los 40-50 gramos diarios (no más de cuatro copas al día, espaciadas en sendas comidas durante la jornada). Se han demostrado sus propiedades para el antienvejecimiento, además de resultar un efectivo vaso dilatador para las arterias. Más aún desde la cardiología, se han reseñado su efecto positivo en enfermedades cardiovasculares. Como cita el Consejo Regulador DO La Mancha en su página web, www.lamanchawines.com “consumido en dosis moderadas y continuadas (diariamente) tiene una incidencia positiva para los lípidos y las grasas de la sangre. Además, el alcohol también actúa beneficiosamente sobre el colesterol y protege la capa vascular de las arterias y venas, evitando la formación de histamina y la anormal coagulación de las plaquetas, lo que reduce el riesgo de coágulos arteriales.”. Solo así, se entiende lo algunos científicos determinaron en llamar como “paradoja francesa”, en una sociedad, donde el consumo de grasas animales (pates, por ejemplo) se ve contrarrestado por el consumo diario de vino al año, el mayor en todo el planeta.

El Resveratrol, sustancia milagrosa.

Localizado en el hollejo de la uva, según investigaciones de Universidades de Illinois (USA) o la Universidad Complutense de Madrid, el resveratrol permite prevenir enfermedades cardiovasculares además de reducir las posibilidades de las enfermedades cancerígenas.
Recientemente, la dietética deportista ha orientado el plan de alimentación de las personas que practican habitualmente la actividad deportiva (en su faceta semi profesional) hacia esquemas menos radicales, enfocando el régimen de consumo alimenticio, dentro de unas pautas sanas, moderadas, equilibradas y acordes al propio esfuerzo deportivo. En este sentido, dentro de una dieta sana y equilibrada, el vino puede quedar perfectamente encajado, más aún por delante de otras bebidas como zumos (con exceso de azúcares añadidos), café o té (sustancias estimulantes), leche (mal aceptada en algunos procesos digestivos) o la cerveza (con tendencia a problemas de pesadez y flatulencia).

Además de aportar, a través de la uva, un contenido vitamínico, que contribuye a reforzar la dieta de los deportistas, más aún el vino fomenta el desarrollo anímico, en condiciones contrarias el estrés, cimentando una vida de mayor equilibrio social y psicológico, que previene de enfermedades de depresión mental.

Es más, el consumo de vino, dentro de las pautas habituales, e insertado en un contexto social de respeto, dialogo y sana gastronomía, permite a los aficionados al deporte compaginar sus actividades y hobbies en un desarrollo normal, muy lejos de los escenarios de desarraigo y desestructuración social adheridas al consumo de bebidas combinadas, cócteles y las salidas nocturnas.

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